Otra vez demasiado rápido por la carretera, otra vez, la música demasiado fuerte. Metallica, Pesado, Rolling Stones, Interpol, La Cuca, Horóscopos de Durango, Boccherini, Seether —mucho Seether—, aunque en realidad, casi lo que sea, mientras sea fuerte, mientras grite y rompa madres y le miente la madre al mundo y se burle de la vida perfecta. Rápido, cada vez más rápido. La carretera es eterna, el sol quema, calienta el metal del stratus —viejo, pero con buen motor—. Lo único que quiero es escaparme, que los perros no puedan morderme los tobillos, que se acallen las voces que susurran verdades dentro de mi cabeza, que me muerden las orejas. No quiero ver esos rostros sonrientes con los dientes blancos y brillantes desde que descubrieron que la mierda y la sangre se lavan. No quiero verlos, ya no más. Sigo corriendo hacia específicamente ningún lado, sigo reventándome los oídos con ojaláquetemuerasfuckit, con iseeareddoorandiwantitpaintedblackobsesión, con todo lo que salga del reproductor con listas preparadas sin saber para cuando llega el momento de huir. Me duelen los huesos, me duele el alma, me duelen las nalgas, me duele el pensamiento. No puedo respirar, el viento se agolpa en mi nariz y no alcanza a pasar a los pulmones, pero no importa, porque sigo corriendo aunque los perros no queden atrás, aunque las voces me sigan susurrando por los huecos que quedan entre my love’s laboratory y a chillar a otra parte y se ríen de mí, me dicen que soy un imbécil, que nunca aprendo, que siempre siempre siempre siempre voy a hacer las cosas mal, a equivocarme. Lo único que queda es seguir corriendo hasta que acabe el camino. Pues ya qué.
Periodismo, antifascismo, antiracismo, literatura, semiótica, lenguaje, música y algunas cosas que vayan surgiendo...
domingo, 28 de noviembre de 2010
Carretera
sábado, 2 de octubre de 2010
El adiós de Negro H*A*D*A*S XIX
“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590”, escuchó Negro dentro de su cerebro. Inmediatamente se puso en alerta total. Era su nombre, el que sólo se repetía pocas veces entre los círculos más íntimos de su clan, el nombre que permanecía secreto para casi todos, el nombre que ni siquiera Blanco o Listado tenían por qué saber.
“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590, escúchanos; nosotras nos preocupamos por ti, Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590, déjanos entrar en tu mente”. Negro estaba paralizado, no sabía qué hacer. Se daba cuenta que era un descarado intento de las H*A*D*A*S por apoderarse de su voluntad, pero aun así era tan hermoso, tan cautivador escucharlas.
“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 459, no nos tengas miedo. No tienes por qué temernos, sólo queremos tu bienestar. Anda Miesú Murrumu Bich’to 4590, no te arrepentirás”. A pesar de que era plenamente consciente que estaba a punto de perder más que la vida, Negro se abandonaba al embrujo. Sabía que las H*A*D*A*S lo habían escogido por sus dudas, se daba cuenta que ellas no querían su bien, pero se sentía tan tranquilo.
“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590...” la cadenciosa voz le recordaba cuando era un cachorrito mimado por su clan, cuando corría por los bosques del mundo durante su iniciación, su largo entrenamiento, las Gato que había amado, su nueva familia, desaparecida hacía mucho tiempo.
“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590...” era cuestión de fracciones de segundo para que las H*A*D*A*S lograran su propósito.
En ese momento, Listado, Blanco y tres Perro entraron en la carpa de Negro. Los Gato lo tomaron en su brazos y lo sacudieron con fuerza, mientras que los demás barrían el lugar con contramedidas IA y electrónicas.
Pero era demasiado tarde. El cerebro de Negro se fundía neurona a neurona. Sus sinapsis se agotaban. Se había quemado.
Logró clavar los restos de su mirada en la de Listado. Un único ojo, se fijó en las pupilas del jefe de la expedición, y murmuró: “Listado, no te traicioné, al final logré vencerlas...”
Con una sonrisa en el rostro, Negro murió.
domingo, 12 de septiembre de 2010
La duda, H*A*D*A*S
XVIII
“Hey, Negro, ¿cómo ves la situación?”
Una pregunta. Sin embargo para un Gato en misión, era francamente impensable. Los Gato se comprometían cuando actuaban como unidad. Y obedecían. Sobre todo eso. No eran como los Perro ni los Humano; mucho menos como los Chimpancé que discutían, peleaban, cuestionaban y siempre estaban tratando de establecer o reafirmar liderazgos.
Por ello, obtener una respuesta también fue algo completamente inusual.
“No me gusta nada, Blanco, nada. No sé qué se espera de nosotros. Por la eternidad de a Madre, ¡ni siquiera entiendo dónde vamos, ni nada! Tú sabes que no me importa morir si así lo decide el jefe, que lo haré si es necesario, pero todo esto me parece absurdo, caótico…”
“Es verdad --respondió Blanco--. Yo tampoco dudo de nuestro liderazgo, ¡lo juro por todos mis descendientes!, pero me parece que nos deberían explicar de qué se trata todo esto. No dudo de las decisiones de Listado, ¡jamás lo haría! sino que como a ti, no me queda del todo claro lo que hacemos, me parece que somos juguetes de una voluntad ajena a los Gato. Los Enano, las brujas, ¡yo qué sé!”
“Se supone --dijo Negro-- que escapamos de la muerte que nos aguardaba en la ciudad nube para luchar por nuestra gente, y ahora estamos aquí, dentro del territorio de las brujas, aliados a una banda de malolientes Perro…”
“¡Sí! ¡Así es! --interrumpió Blanco! Y presiento que los Perro tampoco están muy contentos. Oigo como discuten, gruñen y se quejan. Sólo porque Jefa mantiene su liderazgo, si no, seguro saldrían corriendo…”
“De por sí, los Perro son cobardes”, acotó, desdeñoso, Negro.
Las pequeñas lunas gemelas de ese mundo ahora asolado por la duda y la muerte continuaron su veloz viaje nocturno. Miles de frías estrella iluminaban el grupo… aunque algunos de esos frías puntos brillantes no eran soles a miles de años luz, sino H*A*D*A*S que funcionaban como ojos y oídos de las brujas, además que mediante sutiles pulsaciones afectaban el cerebro de los vivientes y servían para aumentar sus dudas y temores. Por ahora, la estrategia de las brujas estaba funcionando muy bien.
jueves, 9 de septiembre de 2010
El primer encuentro, una entrada más de H*A*D*A*S
XVII
Una nave rasga el espacio con su garras de fuego y deja una herida plateada que se desvanece mucho después de que el vehículo se haya perdido en la vasta negrura del cosmos. Dentro de ella, hay tres ocupante, todos pertenecientes al Genoma Primordial, pero serían casi irreconocibles para los miembros del grupo de Listado. La comandante es una Humano, pero cualquiera de los Gato pensaría que se trata de una Enano o algo parecido, pues su estatura es muy baja, incluso para ellos. No mide más de 1.60. La acompaña una Chimpancé, pero como ninguna que ellos hayan visto antes. Tiene los brazos largos, la cara prominente y toda la piel que deja al descubierto la ropa está llena de un vello espeso, castaño muy oscuro. Sin embargo, mueve los dedos por los teclados y pantallas de la consola de mando con gran habilidad.
Lo que más impactaría a los Gato, no obstante, sería la imagen de las otras dos tripulantes. Una es Perro, nadie lo discutiría, pero una Perro muy extraña. Anda a cuatro patas, no usa ropa y es evidente que no puede hablar a menos que use el collar de palabras que dotado de IA traduce los pensamientos en lenguaje articulado. La Perro ve fijamente una pantalla de navegación. Al menos parece tener una función esencial dentro de la conduccíón de la nave.
Pero la gata que los acompaña es otra cosa. ¡Es un animal! Duerme encantadoramente en una canasta, enroscada sobre sí misma, llena de pensamientos confusos que no pueden traducirse en palabras.
La idea generalizada en los mundos del Genoma Primordial es que todas las razas evolucionaron a la par a lo largo de millones de años en un puñado de mundos colonizados desde la mítica Tierra y que todos se beneficiaron de la magia de la ingeniería genética, pero esta visión haría temblar esta creencia.
Sin embargo, lo verdaderamente importante está por ocurrir. La Perro de la nave emite un aullido que no puede traducir la primitiva IA de su collar, la gata despierta y Chimpancé y Humana se ponen alertas.
--¿Qué ocurre? --pregunta la comandante.
--Estoy percibiendo una presencia hostil muy fuerte adelante de nosotros, --se escucha la voz cuidadosamente modulada de la Perro.
--Yo también la registro --confirma la Chimpancé. --Algo artificial está detenido a media UE de nosotros.
--Demasiado cerca --masculla la Humano, ¡Estaciones de combate! ¡Ahora!
La gata, nerviosa, emite un sólo pensamiento repetido: brujasbrujasbrujasbrujasbrujas.
El navío Bruja es presa de un motín por la repartición de despojos y no se dan cuenta del explorador que se les acerca.
Los miembros de la tripulación Genoma actúan con miedo. Han escuchado demasiadas historias de naves perdidas por fuerzas misteriosas y no quieren ser una cifra más en las estadísticas. La comandante y su segunda tienen hijos en la base y harán lo imposible por regresar con ellos, así que disparan todos los torpedos nucleares hacia la nave extraña, que no alcanza a cubrirse.
Las explosiones termonucleares son, incluso para la época, un recurso burdo. Son difíciles de controlar, destruyen sin reservas y contaminan, pero son baratas y los planetas recién colonizados las utilizan por esa razón.
Cuatro flores de fuego crecen en el casco del navío alienígena y lo parten en pedazos. Los tripulantes dejan de existir.
Las integrantes de la expedición son sometidas a juicio, están a punto de ser condenadas, pero cuando los investigadores logran descifrar registros rescatados de los restos, reciben la absolución, pero se les destaca en un punto muy alejado de los acontecimientos, donde morirán anónimamente luchando con esas mismas fuerzas.
Sin embargo, su principal legado, al menos por el que se les recordará, consiste en que a partir de ese instante, la batalla se empareja y ya no sólo hay víctimas del Genoma Primordial, lo que hace posible que siga la colonización del universo. También dejan otra cosa. La inteligencia alienígena será conocida en todos los sistemas y por todas las razas con el nombre que le dio la gata primordial: brujas.
domingo, 15 de agosto de 2010
El cuervo, nueva entrada de H*A*D*A*S
XVI
Negro dormía ese sueño engañoso de todos los felinos que a veces los hace parecer muertos, pero en su cerebro se registraban decenas de impulsos, sonidos, cambios de la presión del aire. Todas las razas sabían que ellos eran los mejores guardianes nocturnos pues, a diferencia de los Perro, en realidad podían despertar en segundos del sueño más profundo completamente alertas.
Los Perro tenían fama de poder hacerlo, pero ellos mismos sabían que no era más que un engaño. Sólo los más entrenados podían lograrlo, pero con una efectividad que palidecía ante el poder de recuperación de los Gato. Sin embargo, esa capacidad se mantenía en secreto; los Gato preferían mantener la reputación de ser perezosos.
Una sombra se arrastró silenciosa y se colocó al lado de Negro, que dormía en la rama de un árbol. La figura clavó sus ojos redondos y negros en el cuerpo del Gato y se inclinó sobre él, hasta que con la punta de su pico rozó levemente el fino vello que cubría la cara del durmiente.
Volvió a incorporarse y sacó una larga daga de entre sus ropas. No hacía ningún ruido y se movía con extraordinaria lentitud.
Repentinamente, Negro movió el brazo derecho con una velocidad asombrosa. El Cuervo se quedó inmóvil; sobre su negro pecho se formó una línea roja diagonal que fue agrandándose. Luego, la mitad superior de su cuerpo se deslizó hacia el suelo, mientras que la inferior quedó sobre el suelo.
Todo el grupo se puso en alerta. Negro, frío e indiferente, miró con asco el cadáver del Cuervo.
Los Perro formaron un perímetro, pero no detectaron nada. Estaban preocupados. El Cuervo había atravesado todos los sensores sin accionarlos, parecía surgido de la nada.
Las leyendas decían que los Cuervo podían volar, pero nadie del grupo lo creía, lo que hacía más misteriosa la aparición de ese extraño ser. Nadie confiaba en ellos, vivían en un mundo extraño, lleno de rituales desagradables, lenguajes extraños sin vocalizaciones y esos ojos negros, redondos e inexpresivos que ponían nerviosos a todos los mamíferos.
Los Cuervo, además, muchas veces hacían trabajo para las brujas.
Revisaron cuidadosamente el cuerpo del Cuervo, buscaron entre sus plumas, en su ropa e, incluso, Rex diseccionó el cuerpo del hombre-ave, pero no encontraron nada.
Podía haber llegado solo, pero no era lógico. Estaban en territorio de brujas y cualquier ser vivo corría peligro en él.
Jefa conferenció con Listado, aparte de todos. La Perro y el Gato platicaron largo rato, mientras sus compañeros los observaban, hasta que por fin, regresaron y dieron instrucciones para que siguieran durmiendo.
sábado, 14 de agosto de 2010
QUINCE QUINCE QUINCE
Esa noche, los Gato tuvieron visiones de un mundo gris, azotado por el viento y la nieve. Nada puede vivir en el exterior, pero abajo de la tierra formas de vida inteligente han creado ecosistemas que les permiten mantenerse en ese mundo agonizante.
No siempre fue así. En épocas remotas ese mundo estuvo lleno de vida. Las selvas amarillas sustentaban seres parecidos a los insectos y a los lagartos; en las llanuras y mesetas, las ciudades de metal en forma de crecimiento de hongos eran el dominio de la vida pensante, seres fundamentalmente incorpóreos sostenidos por metal vivo.
Sus pensamientos no pueden traducirse en nada que entiendan los Gato. Sólo se percibe odio, amargura…
Repentinamente, el planeta se enciende. El fuego recorre toda la superficie. Los océanos de hierven y se resecan, los selvas se carbonizan, las inteligencias mueren por millones. Sólo unas cuantas logran refugiarse bajo tierra, donde empiezan a mirar al espacio.
Pronto, agujas de energía y metal rasguñan el espacio en busca de nuevos mundos. No es la primera vez que lo hacen. Su historia es muy larga y siempre se repite.
Cuando llegan a Fantasía, que por supuesto para ellos no se llama así, detectan seres orgánicos con emisiones cerebrales, y eso los excita. Aunque no son comunes, ellos se han encontrado con otros en sus largos viajes y saben que pueden obtener placer cuando mueran, sobre todo si lo hacen lenta y dolorosamente.
Se establecen en un rincón del planeta, pero no pueden actuar de inmediato. Están exhaustos y tiene que recuperarse. Pasarán centurias, pero no tienen prisa, sobre todo porque mientras pueden saborear el dolor de los orgánicos. Algunos de sus exploradores espaciales se enfrentan, por primera vez en su historia, con otros vehículos espaciales y resultan derrotados.
Tampoco eso les preocupa. Cuando se fortalezcan, barrerán con los orgánicos y encontrarán el camino a los otros mundos que lograron entrever antes de ser destruidos.
miércoles, 11 de agosto de 2010
XIV
A pesar de que contrariaba toda su herencia, todos sus instintos y toda su razón, Gato y Perro aguantaron el embate de las mujeres descarnadas. Cerraron sus oídos a los gritos de muerte y sus ojos a la vista de la degradación. Dejaron de olerlas y de percibirlas.
Poco a poco ellas se fueron desvaneciendo en las sombras. Lutz y Flex, los dos Perro más jóvenes y a quienes más habían afectado, fueron los primeros en darse cuenta que la amenaza había pasado. Rápidamente los demás miembros del grupo se relajaron.
“Una antigua alarma IA de proximidad”, aseguró maravillado Listado. “Pensé que ya no existían, pero después de lo que hemos vivido ya nada me asombra”, repuso Negro.
“Las alarmas IA siguen operando; de hecho, han evolucionado solas y ahora trabaja bajo sus propios parámetros, aunque en general siguen sirviendo a sus amos originales, las brujas”, explicó Rex.
“Pero son muy peligrosas –gruñó Jefa--. Pueden matar, destruir la muerte… o cosas peores”.
“Sobre todo eso, cosas peores”, siseó Listado.
“Necesito hablar con todos ustedes. Seguramente se habrán dado cuenta que hay muchas cosas que no se les han dicho, que ni siquiera Jefa conoce”, dijo el jefe de los Gatos mientras clavaba su mirada en Negro y Blanco, sus compañeros quienes ahora estaban muy lejanos.
“Pero hay una razón para ello. Nos enfrentaremos a las brujas en una batalla en la que está en juego el destino de Fantasía y, probablemente, el de todos los seres derivados del Genoma Original. Esta no es una guerra como las que ustedes conocen, ni como ninguna que haya ocurrido antes. Las brujas no pertenecen al Genoma Original; ni siquiera están basadas en organismo alguno conocido en Tierra… Las brujas son una inteligencia del Exterior”.
Los miembros del grupo se miraron unos a otros. Los Perro daban vueltas nerviosos, los Gato erizaron todo su pelaje. Inteligencias del Exterior. Durante milenios, los miembros del Genoma Original habían colonizado cientos de mundos; en muchos había formas de vida, pero jamás habían encontrado alguna inteligencia comparable a la suya, nadie con quien se pudieran comunicar.
Hubo esperanza de ello con el desarrollo de las IA, pero estas evidentemente estaban interesadas en dimensiones fuera del alcance de los miembros del Genoma Original y la mayoría emigró a lugares lejanos donde sólo muy de vez en cuando se tenía contacto con ellas.
También se creyó que los hombres-hojalata eran inteligentes, pero resultó que más bien replicaban la conducta de sus interlocutores y aunque algunos pensaron que podían ser sondas de alguna inteligencia desconocida.
Nadie creía que pudiera existir verdadera inteligencia en el universo fuera del Genoma Primordial y, de hecho, se había ido generando una leyenda sobre la posibilidad de que si existiera una inteligencia diferente, necesariamente sería antagonista.
“Resulta que las leyendas, en este caso, son ciertas”, sentenció Listado.
Las bruja eran una verdadera inteligencia del Exterior y odiaban al Genoma Original. Más que eso, estaban decididas a acabar con él y lo hubieran hecho de no ser por el poder militar de los Enano que habían logrado confinar su presencia a una parte de Fantasía.
Sin embargo, algo había ocurrido en los últimos años y el equilibrio estaba a punto de romperse y sólo si los Gato tenían éxito, la ruptura favorecería a todas las razas y especies del Genoma Original, de lo contrario, todos ellos perecerían, y su muerte sería larga y dolorosa.
martes, 10 de agosto de 2010
XIII
De repente, los Perro se detuvieron. Aguzaron las orejas y olfatearon el aire. Algo andaba mal, muy mal. Los Gato no se habían percatado de nada en particular, pero sabían de las legendarias habilidades de sus compañeros de viaje para detectar amenazas de las brujas.
Todos guardaron silencio. Jefa ordenó por medio de gestos a su manada que tomaran posiciones de alerta. Los Perro se movieron con gran eficacia, formaron un círculo alrededor de los Gato y desplegaron su equipo, entre el que se contaban potencializadores de imagen y sondas para espiar la presencia de H*A*D*A*S.
Negro y Blanco se colocaron a ambos lados de Listado, quien entrecerró sus ojos amarillos. Habían hablado poco desde que salieron del poblado, Listado sabía que sus compañeros estaban molestos y querían explicaciones, pero aún así estaban dispuestos a sacrificar sus vidas para defender la suya.
Una profunda ternura estrujó su corazón. Todos sus sentidos, todos los imperativos raciales le gritaban que debía al menos compartir lo que sabía con sus compañeros, pero su cerebro le indicaba que no debía hacerlo.
De improviso, todos los integrantes del grupo percibieron un olor a muerte y degradación que surgía de varios lados alrededor de ellos. El suelo tenía un ligero brillo verdoso. De repente comenzaron a percibirse algunas formas surgidas de la putrefacción del suelo. Los Perro las percibieron como de su especie; los Gato como de la suya.
Mujeres surgidas de los abismos sórdidos del dolor surgían de ese suelo manchado por la sangre y el dolor de miles de seres torturados por las brujas estiraban sus dedos muertos y semidescarnados hacia los ojos de los Perro y Gato; Lutz y Flex gañeron nerviosos, pero de inmediato, Estrella les susurró ensalmos tranquilizadores.
Los ojos descarnados de las mujeres se fijaban en ellos y los llamaban. “¡Nadie se mueva!”, gruñó Jefa. “Aguanten, aguanten un poco más”.
lunes, 9 de agosto de 2010
Segunda parte (todo el cuento se lo dedico a Karina).
XII
Tomadas por sorpresa, las brujas tardaron en reaccionar. Los Gato se habían perdido, pero en un principio no le dieron importancia pues siempre existirían inconformes y eventualmente caerían en las telarañas de la H*A*D*A*S o los procesarían los Cazadores de Carne.
Además, las brujas habían ignorado durante muchos días la manera en que los tres tristes Gato habían escapado de la trampa que les habían tendido... y eso era lo que más les indignaba, el bloqueo de información al que se había sometido a las H*A*D*A*S. Cuando se dieron cuenta de esa intervención que violaba todas las leyes, pero que no podían probar, pues sabían perfectamente que sólo los Enano podían haberlo logrado con esa tecnología que parecía magia y escapaba de la comprensión de todos los demás seres, chillaron tan fuerte que sus gritos rasgaron el cielo y cambiaron el curso de los ríos.
Las brujas estaban furiosas y eran feroces. Ordenaron a las H*A*D*A*S que cubrieran toda la superficie del mundo con su iridiscente polvo de estrellas formado por TR011 muy sofisticados y robots nanotecnológicos que las mantendrían informadas en tiempo real. No les importaba que esta acción causara la muerte de cientos o miles de organismos inteligentes que inevitablemente entrarían en conflicto con ese maldito polvo de estrellas.
Pero eso no era suficiente. Legiones de O*R*C*O diezmaron poblaciones grandes y pequeñas sin importar las pérdidas que pudieran tener en sus vidas, mientras que cientos de D/R/A/G/O/N vomitaban lava ardiente en selvas, pastizales y bosques.
Dos ciudades aéreas se precipitaron a tierra cuando titubearon en aceptar las revisiones de las tropas comandadas por las brujas, lo que causó innumerables muertes y la pérdida de maravillas mucha veces centenarias que se remontaban a las primeras épocas de la aventura del Genoma. Sólo la ciudad de las nubes, de donde salieran los Gato, continuó en el cielo, pero Persona K y toda su corte pasaron a ser rehenes de las brujas y centenares de criaturas fueron embarcadas en las pestilentes naves espaciales de los Cazadores de Carne.
El mundo principal del Sistema Fantasía se convirtió en el infierno que narraban las antiguas fábulas compartidas por Humano, Perro y Gato. En realidad, era peor que el infierno.
Tal vez las antiguas profecías eran ciertas y el universo se acercaba a su fin. Entre los sobrevivientes crecía el miedo y la desconfianza. Los agentes de las brujas, hábiles en el manejo de los rumores, envenenaron los oídos de muchos con palabras en contra de los tes Gato, quienes comenzaron a convertirse en los seres más malvados que podían poblar el imaginario de miles de seres desconsolados, heridos y ahogados de sufrimiento.
Los Gato por supuesto ignoraban todo esto, por lo que se mostraban extrañados e irritados de los caminos llenos de vueltas y alejados de toda forma de vida que tomaban los Perros.
Jefa y los demás caminaban con la soltura y el descanso que compartían con los humanos desde las inmemoriales épocas en que las dos razas firmaron el pacto eterno de amistad en la lejana y nebulosa tierra madre. Estaban hechos para andar kilómetros y kilómetros sin necesitar más que agua. Sus lenguas colgantes irritaban a los remilgados Gato, que se mantenían silenciosos y hoscos, muertos de cansancio. Lo suyo era caminar por árboles y riscos, ahorrar tiempo con saltos prodigiosos, no caminar pegados al suelo.
Sin embargo, reconocían pese al cansancio y el mal humor que la técnica de los Perro era insuperable y que con todo y los desvíos se habían adentrado ya muchos kilómetros en los cotos de caza de las brujas, único sitio del planeta libre de la devastación... al menos, de la devastación sistemática de las últimas semanas, pues los terrenos por los que se movían tenían su propia cuota de dolor y sufrimiento que se había prolongado ya por demasiado años.
lunes, 2 de agosto de 2010
INTERLUDIO
Los Perro iban en su formación precisa de búsqueda; los Gato, alejados unos de otro, sumidos en sus pensamientos.
Pronto, todos desaparecieron de la vista. Perra Alfa aulló lastimeramente. No auguraba nada bueno.
viernes, 30 de julio de 2010
ONCE DE H*A*D*A*S
“¿Buena idea?” leyó Listado en los labios de Negro, pero no hizo ningún comentario. La reunión se estaba diluyendo entre las interminables muestras de socialización que tanto gustaban a los Perro y que los Gato aprovecharon para retirarse.
Una vez fuera, Negro le preguntó a Listado una vez más por qué le parecía buena idea: “Es una pésima idea, los Perro no son buenos guerreros ni confiables. Ya sabes que siempre estarán del lado del Humano y todo lo tienen que hacer en grupo...”
“¡Silencio!” --siseó Negro. “Dije que era buena idea y eso es. Además, todo lo que dices no son más que tonterías y molestarás con ello a nuestros aliados pues, por si no lo recuerdas, son capaces de oler tu desconfianza antes incluso de que te des cuenta que la muestras”.
Negro se cayó de inmediato. El peso de la autoridad de Listado era absoluto. Y también obedeció, pero no por eso dejó de tener dudas. Blanco observaba todo mientras se limpiaba las uñas y se lamía los brazos, algo que generalmente ya no se consideraba dentro de los buenos modales de los Gato, pero que tendían a hacer cuando estaban muy nerviosos o desconcertados.
“Los Perro fueron una de las primeras razas en alcanzar la conciencia gracias al desarrollo de las aplicaciones del Genoma Primordial. Es cierto, siempre fueron favoritos de las personas, incluso antes que hubiera Humanos, pero también les guardan algún rencor; muchos de ellos tienen grabados en el cerebro recuerdos compartidos de hambre, golpes y degradación”, explicó Listado.
“Cierto, fueron los primeros en separarse de los Humanos”, anotó Blanco, visiblemente más tranquilo.
Los tres Gato recordaban la partida de los Gato del Libro de Margarita:
Los perros decidieron dejarnos. Mustios, temblorosos, rehuyendo el contacto, pero firmes, nos avisaron que les dolía mucho, pero que se iban a las montañas, al desierto o a cualquier otro sitio en el que no hubiera tanta agua. “Tenemos hongos en las uñas y algas en los ojos”, aullaron antes de irse.
Ellos al menos se despidieron. Los gatos, los borregos y las vacas desaparecieron una noche; los caballos, los chivos y los pollos se fueron al día siguiente. Nadie aguanta la lluvia… salvo los peces y los pájaros, quienes ahora juegan juntos a dar vueltas en el agua y en el aire.
“El resultado de la guerras en las que se emplearon los últimos TR011”, sugirió Negro. “Al menos, hasta ahora”, apuntaron al unísono los otros dos Gato.
Los Perro salieron en orden. Al frente, Gata Anciana Alfa se dirigió a los Gato:
“Hermanos, les presentaré al grupo que los acompañará. En primer lugar, Patas Blancas Perra Alfa Guerrero”, señalando una muy alta Perro negra con los extremos de manos y pies blancas. “Listo --dijo la aludida con voz firme--. Pueden llamarme Jefa”.
“Sigue Patas Grandes Perra Beta Apaciguador, a quien ya conocen”. Una Perro de estatura baja para los estándares del Sistema, pues apenas sobrepasaba 1.85 metros, dio un paso al frente. Era rechoncha, y el pelaje que cubría toda la parte visible de su cuerpo era amarillo, blanco y negro. “Díganme Estrella”, pidió la Perro.
“Después, Hocico Suave Perro Beta Buscador”, fue la presentación de un Perro muy delgado, de nariz prominente y ojos nerviosos. “Soy Rex”, les dijo.
Los siguientes son Orejas Cortas Perro Beta Aprendiz y Orejas Largas Perro Beta Aprendiz. Dos Perro prácticamente idénticos se pusieron alertas. “Somos hermanos”, afirmaron al mismo tiempo. “Dígame Lutz”, pidió uno; “y a mí Flex”, solicitó el otro. “Y, por favor, no nos confundan”, rieron al unísono.
La presentación les pareció excesiva a los Gato, poco familiarizados con el barroquismo de los animales sociales, pero escucharon y saludaron con atención.
Luego, Listado y Perra Alfa se alejaron del grupo y platicaron largo tiempo.
miércoles, 28 de julio de 2010
X de H*A*D*A*S
“Sabemos que ustedes tienen una misión --empezó la anciana Perra Alfa Superior-- pero lo que ustedes ignoran aún es que su misión forma parte de un conjunto mucho más grande que afecta no sólo Fantasía, sino todos los sistemas colonizados por el Genoma Primordial.
“Después de milenios de crecimiento y relativa armonía, todos los sistemas empiezan a decaer, a ser absorbidos por el creciente caos. La entropía llega a su fin y eso significará sólo una cosa…”
“¡Muerte!” –visualizó Listado.
“Sí, muerte, pero antes decadencia, sufrimiento y el triunfo del mal”, agregó Perra Alfa.
“En algunos lugares esto ya es totalmente visible. Las brujas se han fortalecido, las creaturas TR011 proliferan y han despoblado de Gente amplias zonas”, continuó Perra Alfa.
“Como las moscas”, interrumpió nervioso Amarilla Perra Alfa-Guerrera. “Como las moscas”, murmuraron los demás perros mientras lanzaban nerviosas tarascadas al aire y movían sus colas.
“¿Qué pasa con las moscas?” –preguntó Negro. “Son asquerosas y molestas, pero no son más que insectos”.
“Así es, son insectos --retomó Perra Alfa--, pero modificados…”
Los gatos se pusieron en alerta. Durante mucho tiempo las diferentes razas Animal y Humano habían convivido en armonía, pero siempre se trataba de mamíferos. Existían algunas razas de aves, como los Cuervo, pero eran demasiado extrañas para los demás y todos preferían que se mantuvieran alejadas, pero nada más, ni peces, ni reptiles, y mucho menos, insectos, eso había sido siempre un tabú.
“A menos que las modificaciones no sean hacia los genes humanos”, sugirió Blanco.
“Efectivamente, son creaciones TR011, las antiguas y míticas armas vivientes que se emplearon en las primeras fases de la reconstrucción de los sistemas, pero que han adquirido dinámicas propias, además de que las brujas están lanzando nuevas pestes a los ecosistemas”, explicó Hocico Negro Perro Gama Consejero. “Hemos estado investigando y realmente estamos asustados”.
“Además, tenemos narraciones de viajeros”, informó Patas Grandes Perra Beta Apaciguador. “Escuchen…”
Se abrió una ventana holográfica. Un narrador Humano comenzó a hablar:
Una vez más, los dioses que no se nombran han descargado su ira sobre hombres y animales. Sus huesos se blanquean en medio de un camino que ya nadie recorrerá, como recuerdo de la ira de los pequeños devoradores de carne, de las deidades únicas de este mundo sin esperanza.
Los dioses que no se nombran castigan a quienes los ofenden, y las ofensas pueden ocurrir de mil maneras. De pensamiento, palabra, obra y omisión. El castigo puede ser inmediato o demorarse, pero siempre llega y siempre es terrible.
Yo soy el narrador de historias. Canto de pueblo en pueblo todo lo que ocurre porque no puedo vivir en ningún lado. Fui desterrado hace muchos años y las leyes me impiden asentarme demasiado en algún lugar. No puedo echar raíces, no puedo establecerme; pero soy respetado. La gente me busca para saber qué pasa en otros lugares.
Ahora ya casi nadie viaja —es caro y peligroso hacerlo pues los dioses que no se nombran así lo han dispuesto—, pero la gente que habita esta mundo procede de razas de viajeros y sufren al tener que permanecer atados a un solo lugar. Su único consuelo son las historias, aunque sepan que la mayoría de ellas son falsas, construidas únicamente para su entretenimiento... además de que se pagan mejor que las narraciones verdaderas.
Nadie quiere escuchar de muertes y tristezas; de soledad y hambre; de castigos divinos y terrenos.
El nuestro es un mundo triste, húmedo y sofocante. Nuestro mundo es un lugar de desolación y sufrimiento. Nuestros pecados abrieron el vientre humeante de la culpa y atrajimos el castigo. Las moscas comen nuestra carne. Ellas son los dioses que no se nombran, los únicos dioses que merecemos.
Las moscas aparecen de improviso y se ciernen sobre toda creatura vivienta. Entran por la boca, la nariz, ponen huevos en los ojos, defecan en los oídos. Pueden comerse un elefante de carga en tres minutos. Las he visto derrotar partidas de Perro, de Gato, de Humano y de Chimpancé, las cuatro mayores estirpes guerreras, en segundos.
Las envuelve la nube negra de insectos y sólo quedan huesos y jirones de ropas. Y las armas…
La narración terminaba abruptamente.
Los Perro estaban cada vez más nerviosos, al grado de olvidar jerarquías y enzarzarse en breves peleas que los Apaciguadores casi no podían contener. Los Gato estaban perplejos.
“No sabíamos nada de esto, ni siquiera los Ancianos”, aseguró Listado.
“Puede ser –respondió Perra Alfa--. Por ahora, el fenómeno se da sólo en las zonas fronterizas de los mundos exteriores. Este fragmento de grabación costó mucho trabajo y la vida de toda una partida de buenos Perro. Los Cazadores de Carne los persiguieron por varios mundos, sólo un joven cabo sobrevivió lo suficiente como para entregar la grabación…”
“O sea, quieren mantenerlo en secreto”, opinó Blanco.
Todos coincidieron que era lo más probable.
“Por eso, hemos pensado que lo mejor será que los acompañe una cuadrilla de guerreros Perro en su viaje”, dictaminó Perra Alfa.
Negro y Blanco abrieron los ojos desmesuradamente y miraron fijamente a Listado, quien simplemente se limitó a decir:
“Es buena idea, lo agradecemos”.
miércoles, 21 de julio de 2010
H*A*D*A*S, SIGUE
VIII
Listado, Negro y Blanco estaban nuevamente en camino, pero ya no eran los mismos que cuando iniciaron su viaje. Habían cambiado y ahora tenían una misión. Físicamente eran iguales, tres Gato comunes, uno más viejo, dos más jóvenes, altos como todos los gatos y casi todas las demás razas, armados y ataviados con atuendos sencillos de combate.
Sin embargo, las diferencias con los de antes eran profundas. Blanco y Negro ahora veían a Listado no como el viejo regañón de antes, sino como un líder indiscutible. En los Gato la cuestión de liderazgo era muy compleja pues, por un lado, provenían de una larga estirpe de cazadores solitarios, pero por la otra, también tenían genes de cazadores gregarios, como los leones. Generalmente, sin embargo, no reconocían más liderazgo que el de alguna hembra vieja y sabia, pues cuando se trataba de machos, incluso el jefe más poderoso podía sustituirse fácilmente.
No tenían nada de la naturaleza social de los Perro y su intrincado sistema de castas y liderazgo, y mucho menos de Humanos o Monos, con sus pleitos interminables, trampas y bipolaridades absurdas que muchas veces los llevaban a no aceptar jefaturas legítimas en tiempos de crisis o a la cuasi adoración de líderes abyectos y sanguinarios.
Sin embargo, ahora los dos Gato jóvenes aceptaban sin dudarlo el liderazgo de Listado, quien sentía todo el peso y la soledad del mando. Él era consciente de su poder y de que ese poder podía llevar a la muerte a sus dos amigos.
Además, los tres sabían que tenían una misión. Ignoraban los detalles, pero tenían claro que debían acabar con las Brujas y su reino de maldad, que tenían que dar un solo golpe contundente y que no sólo la estirpe Gato dependía de ello, sino la felicidad de todo el sistema Fantasía.
Sabían, también, que estaban prácticamente solos.
IX
Caminaron durante 12 días por una llanura quemada por la lava de D/R/A/G/O/N. Todo estaba muerto y silencioso. En las noches, el viento alzaba nubes de ceniza, de día, los soles inundaban de luz el paisaje negro.
Se habían esmerado en darles caza.
Por fin, los Gato llegaron a un pequeño poblado, fuera de la destrucción de D/R/A/G/O/N. Olía a Perro, pero no les importo pues, contra todas las consejas populares, ambas estirpes no eran enemigas, por el contrario, habían convivido mucho tiempo y no sólo se conocían y toleraban sino que, incluso, se simpatizaban, por más que ningún Gato o Perro lo reconocería públicamente.
Llegaron a la plaza del pueblo en formación de triángulo, con lo que dominaban todos los acercamientos posibles.
No vieron a nadie y se acercaron a una pequeña fuente de agua cristalina. Dedicaron unos momentos para agradecer a la Madre Primordial sus dones y bebieron largamente. En eso estaban cuando se dieron cuenta que los observaban. Dejaron de beber y se pusieron alerta.
“Saludos, hermanos”, escucharon que les decía una Perra anciana rodeada de una veintena de Perros jóvenes de ambos sexos, todos armados, todos listos.
“Saludos, noble amiga”, respondió Listado. “Nos hemos detenido a beber un poco, pero en un momento partiremos”,
“No hay prisa. De hecho, deseamos que sean nuestros huéspedes”, respondió la Perra.
Los Perro percibieron que los visitantes se negarían y los rodearon rápida y eficazmente.
“Insistimos”, dijo la Perra.
“Aceptamos”, concedió Listado.
domingo, 18 de julio de 2010
H*A*D*A*S, NUEVA ENTREGA
Negro, Listado y Blanco despertaron casi al mismo tiempo. Estaban acostados sobre un piso de madera y pronto se dieron cuenta que había barrotes alrededor de ellos. Jaulas. “Nos atraparon los cazadores de carne”, susurraron temerosos Blanco y Negro. “No, no creo, esto es otra cosa. Aunque sean jaulas, están demasiado limpias y percibo que somos los únicos aquí que estamos encerrados”, opino Listado tranquilizador.
Los tres gatos se quedaron inmóviles. Escucharon que alguien se acercaba a ellos.
“¿Siguen dormidos?”, se escuchó una pregunta.
“Sí, aunque hace rato que debieron haber despertado”, se oyó la respuesta.
“¿Estarán heridos, enfermos? ¿Les habremos dormido demasiado? Ya ves que los gatos son muy delicados con esas cosas”, comentó alguien más.
Los gatos involuntariamente segregaron olores de intriga. “¿Enanos?”, preguntó Blanco.
“No, los enanos no existen”, aseguro vehementemente Negro. “Esa es una leyenda, un cuento para dormir cachorritos”.
“¡Silencio!”, ordenó Listado. “Ellos nos pueden oír”.
Efectivamente, los habían escuchado.
+++
“¡No somos enanos, somos humanos!”, rugió una voz decididamente de enano.
Los tres gatos se irguieron en la jaula. Su estatura superior a los dos metros era bastante mayor que la de sus captores. Además, esas barbas largas, esas voces y ese olor decididamente eran de enanos... o de algún otro ser mitológico.
“Somos humanos, los humanos primordiales de los que surgieron todas las demás razas como ustedes”, declaró un enano sin barba y todavía más bajo que el primer enano.
Los gatos trataron de lanzarse sobre ellos, pero no pudieron moverse. Estaban fijos en su lugar por algún hechizo que paralizaba sus sistemas nerviosos.
“Vamos a liberarlos porque necesitamos hablar, pero no deben atacarnos, sería inútil y entonces sí le provocaríamos dolor”, aseguró un tercer enano barbado.
Los gatos sintieron que sus músculos se relajaban y decidieron escuchar. Por sobre todas las cosas, eran extraordinariamente curiosos y esos seres pequeños les llamaban la atención.
“¿Humanos? --preguntó Negro--. ¡Vamos! Si los enanos son una fantasía, los humanos son menos que eso...”
“No es cierto --interrumpió Listado--. Los humanos existieron, pero creíamos que habían dejado los mundos de Fantasía hace mucho, mucho tiempo".
“¿Quiénes creían?”. preguntó Blanco.
“El Consejo de Ancianos de los Gato, claro”, aseguró Listado.
Negro y Blanco se miraron uno al otro llenos de asombro. Su compañero no sólo era un gato viejo más, era un Anciano, ¡y ellos siempre lo habían tratado como un gato más!
“Si ya terminaron de charlar entre ustedes, tenemos mucho que hacer y poco tiempo”, gruñó malhumorado el primer enano.
Rápidamente les contaron la historia. Los enanos, o humanos como ellos insistían en llamarse, efectivamente habían dejado Fantasía hacía mucho tiempo. Al fin y al cabo eran un pueblo de exploradores y había poco que buscar en el sistema. Sin embargo, aparentemente no todos se habían ido. Se quedaron algunos, quienes poseían los conocimientos de todos los encantos y procedimientos para crear terror.
Durante muchos años, se habían conformado con Fantasía, pero ahora querían expandirse a otros sistemas, y los humanos estaban dispuestos a ir a la guerra para impedirlo... pero no podían hacerlo directamente. Miles de tratados y conjuros lo impedían y además, estaba la Cláusula Secreta. No, definitivamente ellos no podían intervenir demasiado. De hecho, salvar a los tres Gato de la emboscada había sido una intromisión muy grande.
Lo que harían sería reacondicionar a los Gato, equiparlos y brindarles algunas ventajas para la larga marcha que tendrían que hacer para atacar al maligno centro de poder de las brujas. Sería una operación simple y sin mayor derramamiento de sangre.
“¿Y por qué habríamos de pelear las guerras que ustedes, evidentemente cobardes, no quieren pelear?”, preguntó beligerante Negro.
“Déjenos en paz, tenemos que proteger a los nuestros”, pidió Blanco.
“Hay muchas cosas que ustedes, los enanos, callan”, aseguró Listado.
“Efectivamente, hay cosas que callamos porque no podemos decirlas. Ustedes tendrán que descubrir por su cuenta lo que no podemos decir. Y no somos cobardes, al contrario, pero si nos enfrentamos con las brujas lo más probable es que desapareciera todo el Sistema de Fantasía, con sus tres mundos habitados, los 27 deshabitados y sus dos soles. No, esta guerra que también es suya, deben pelearla ustedes por el bien de todos”, explicó el segundo enano.
“Miren”, ordenó el primer enano.
Los tres gatos se acercaron a la ventana holográfica y vieron filas de gatos, mujeres, ancianos, niños, acarreados hacia las naves de los cazadores de carne, flanqueados por O*R*C*O*S, H*A*D*A*S y otras abominaciones. La ciudad de los gatos, al fondo, ardía.
Los tres gatos quedaron estupefactos.
“Esto está ocurriendo en el mundo Alicia en este preciso instante”, aseguró la enana.
Listado murmuró entonces uno de los cánticos del Libro de Margarita:
...y por fin entraron en la ciudad antigua, en la ciudad amorosamente construida y cuidada. arrasaron con las esculturas centenarias, se orinaron en los vasos sagrados, pisotearon los retratos queridos, vomitaron los recuerdos. no conformes, rasgaron la piel, laceraron las carnes y bebieron la sangre de la ciudad derrotada, hicieron escarnio de su antigua belleza, la despojaron de toda dignidad...
“Los ayudaremos, díganos que tenemos que hacer”, murmuró al final de la recitación. Negro y Blanco asintieron. “Sí, díganos qué hacer”.
martes, 13 de julio de 2010
H*A*D*A*S, sexta
VI
El sol era muy brillante y calentaba demasiado. A lo lejos se oía el mugido de algunos herbívoros y se detectaban claramente sus señales de alerta; las moscas se paseaban por la cara y el cuerpo del gato, pero no hacía ningún movimiento. Sabía que debía permanecer impasible para lograr cazar y sobrevivir.
El lugar estaba lleno de olores casi olvidados. Olía a hierba fresca, a estiércol y a sangre; también a luz, a lluvia lejana y a marcas territoriales de varios felinos: olía, también, a otra tierra, a otro tiempo.
De repente, sin pensarlo, surgido del fondo de millones de años de evolución, un insignificante movimiento captado en un rincón de su ojo izquierdo disparó el impulso y el gato lanzó todo su cuerpo hacia adelante, corrió rápidamente, saltó y cayó sobre el lomo de una cebra. Hincó sus colmillos en el cuello y el sabor de la sangre fresca inundó todas sus células. Mordió nuevamente y la cebra murió, mientras el gato arrancaba grandes trozos de carne y los tragaba eufórico.
A pocos metros, tres o cuatro buitres muy grandes lo miraban con sarcasmo. Muy pronto ellos también saciarían su apetito.
No obstante, el gato estaba inquieto, sabía que algo no estaba bien, que él no era así. Había dejado de cazar para alimentarse hacía muchas generaciones, la estrella de su mundo no era tan brillante como la que calentaba esa sabana, ni él caminaba en cuatro patas.
“Tal vez esté soñando”, pensaron al mismo tiempo Listado, Blanco y Negro, y siguieron durmiendo.
lunes, 12 de julio de 2010
H*A*D*A*S cuarta y quinta
IV
Y ese peligro inminente llegó de manera silenciosa. Tres o cuatro puntos de luz azul delataron la posición de sendas H*A*D*A*S. Diez de ellas habían acompañado a los gatos como medida desesperada para no perder la conexión con los prófugos. Tres se quedaron sin energía, tres más fueron absorbidas por dispositivos semiinteligentes al servicio de diversos pueblos de Gente y Animales, así que sólo llegaron cuatro, de las cuales, una operaba de modo errático, pero las tres restantes eran más que suficientes para su completar su trabajo.
Hicieron un barrido rápido de la zona y descubrieron dos posibles contrincantes para los Gatos. Una partida de cazadores de carne formada por 40 individuos armados y experimentados, y dos O*R*C*O*S que regresaban al lejano Poniente luego de cumplir alguna misión.
Las H*A*D*A*S cambiaron sin problema alguno las órdenes de los O*R*C*O*S y negociaron con los cazadores de carne que esperaran nuevas órdenes.
Los dos organismos genéticamente renovados irrumpieron el círculo de paz de los Gatos con extraordinaria violencia, pero sin hacer demasiado ruido. Eran sigilosos, pero los oídos de los fugitivos alcanzaron a percibirlos segundos antes que descargaran sus armas y lograron moverse, de tal manera que sólo quedaron con algunos pelos chamuscados, y Blanco perdió dos centímetros de cola.
Rápidamente, los O*R*C*O*S lograron dividir el grupo atacado. Blanco se enfrentaba solo a una de las criaturas y Listado y Negro a la otra. El estilete de cerámica de Listado se enterró en los ojos de su enemigo, mientras que Negro con una espada de acero cortaba los tendones de los talones de ambas piernas del atacante, que cayó al suelo, no sin antes detonar una granada de plasma. Los gatos esperaban esa respuesta, ya que los O*R*C*O*S no son muy inteligentes y tienden a seguir patrones de fuerza bruta, por lo que habían saltado hasta las ramas superiores de un árbol.
Una pequeña estrella nació del interior de la granada, creció hasta alcanzar unos 10 metros de diámetro, y vaporizó todo lo que estuvo a su alcance. Los gatos polarizaron sus ojos para no deslumbrarse, y rápidamente buscaron a Blanco.
Al Gato herido no le estaba yendo tan bien. Aunque había acuchillado repetidamente al O*R*C*O*S, ninguna de las heridas había sido severa y como los modificados no sufrían dolor, no mermaban en absoluto su capacidad combativa y, lo peor, Blanco sufría una extensa, aunque no muy profunda, quemadura en el pecho, y le sangraba la herida de la cola.
Sigilosos, Listado y Negro saltaron a la espalda de la creatura, clavaron al mismo tiempo sus armas en la base del cuello, lo que le restó el impulso necesario para dar el golpe final a Blanco, quien aprovechó el momento y acometió con una espada ancha y plana el cuello dañado del O*R*C*O*S hasta separar la cabeza del cuerpo.
Los Gato se miraron uno a otro, buscando heridas o parásitos que les pudieran haber dejado los organismos renovados, pero no encontraron gran cosa. Sin mediar palabra, prepararon sus armas de fuego y aguardaron.
V
Los cazadores de carne cayeron sobre ellos disparando y gritando. Los Gato barrieron la primera oleada de atacantes sin ningún problema. Los restantes, como siempre los más experimentados, se habían quedado atrás y buscaron posiciones desde las cuales pudieran hostigar a un enemigo mucho menor que ellos.
“Fue un ataque muy débil” –susurró Blanco mientras se aplicaba un ungüento sobre sus quemaduras. “Sólo quieren hacernos perder tiempo, es una táctica desesperada de las malditas H*A*D*A*S”, sentenció Listado, quien se masajeaba el hombro herido”.
“Puede ser”, aseguró Negro, quien fijaba la posición de uno de los enemigos con la mira de su rifle y lo abatía a casi dos kilómetros de distancia. “Puede ser”, siguió murmurando mientras buscaba otro blanco.
“Debemos buscar cómo salir de esta trampa, no tardarán en enviarnos horrores voladores, D/R/A/G/O/N o algún guerrero más inteligente que estos estúpidos”, sentenció Listado.
Algunos cazadores de carne se habían acercado y estaban muertos. Otros más habían sido alcanzados por Negro. Sin embargo, aún quedaban vivos unos 20, los más duros.
Absortos como estaban, no vieron las libélulas gigantes que se posaron encima de ellos y sus enemigos. Ni sintieron, hasta que era demasiado tarde, las redes inteligentes que caían sobre ellos, los atrapaban firmemente, y los subían hacia los insectos voladores. Lo que sí pudieron observar fue el fuego que caía sobre los cazadores de carne y los reducía a cenizas.
Luego, los tres Gato perdieron el sentido.