sábado, 2 de octubre de 2010

El adiós de Negro H*A*D*A*S XIX

XIX

“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590”, escuchó Negro dentro de su cerebro. Inmediatamente se puso en alerta total. Era su nombre, el que sólo se repetía pocas veces entre los círculos más íntimos de su clan, el nombre que permanecía secreto para casi todos, el nombre que ni siquiera Blanco o Listado tenían por qué saber.

“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590, escúchanos; nosotras nos preocupamos por ti, Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590, déjanos entrar en tu mente”. Negro estaba paralizado, no sabía qué hacer. Se daba cuenta que era un descarado intento de las H*A*D*A*S por apoderarse de su voluntad, pero aun así era tan hermoso, tan cautivador escucharlas.

“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 459, no nos tengas miedo. No tienes por qué temernos, sólo queremos tu bienestar. Anda Miesú Murrumu Bich’to 4590, no te arrepentirás”. A pesar de que era plenamente consciente que estaba a punto de perder más que la vida, Negro se abandonaba al embrujo. Sabía que las H*A*D*A*S lo habían escogido por sus dudas, se daba cuenta que ellas no querían su bien, pero se sentía tan tranquilo.

“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590...” la cadenciosa voz le recordaba cuando era un cachorrito mimado por su clan, cuando corría por los bosques del mundo durante su iniciación, su largo entrenamiento, las Gato que había amado, su nueva familia, desaparecida hacía mucho tiempo.

“Miesú Murrumu Bich’to 4590, Miesú Murrumu Bich’to 4590...” era cuestión de fracciones de segundo para que las H*A*D*A*S lograran su propósito.

En ese momento, Listado, Blanco y tres Perro entraron en la carpa de Negro. Los Gato lo tomaron en su brazos y lo sacudieron con fuerza, mientras que los demás barrían el lugar con contramedidas IA y electrónicas.

Pero era demasiado tarde. El cerebro de Negro se fundía neurona a neurona. Sus sinapsis se agotaban. Se había quemado.
Logró clavar los restos de su mirada en la de Listado. Un único ojo, se fijó en las pupilas del jefe de la expedición, y murmuró: “Listado, no te traicioné, al final logré vencerlas...”


Con una sonrisa en el rostro, Negro murió.