domingo, 12 de septiembre de 2010

La duda, H*A*D*A*S

XVIII


“Hey, Negro, ¿cómo ves la situación?”

Una pregunta. Sin embargo para un Gato en misión, era francamente impensable. Los Gato se comprometían cuando actuaban como unidad. Y obedecían. Sobre todo eso. No eran como los Perro ni los Humano; mucho menos como los Chimpancé que discutían, peleaban, cuestionaban y siempre estaban tratando de establecer o reafirmar liderazgos.

Por ello, obtener una respuesta también fue algo completamente inusual.

“No me gusta nada, Blanco, nada. No sé qué se espera de nosotros. Por la eternidad de a Madre, ¡ni siquiera entiendo dónde vamos, ni nada! Tú sabes que no me importa morir si así lo decide el jefe, que lo haré si es necesario, pero todo esto me parece absurdo, caótico…”

“Es verdad --respondió Blanco--. Yo tampoco dudo de nuestro liderazgo, ¡lo juro por todos mis descendientes!, pero me parece que nos deberían explicar de qué se trata todo esto. No dudo de las decisiones de Listado, ¡jamás lo haría! sino que como a ti, no me queda del todo claro lo que hacemos, me parece que somos juguetes de una voluntad ajena a los Gato. Los Enano, las brujas, ¡yo qué sé!”

“Se supone --dijo Negro-- que escapamos de la muerte que nos aguardaba en la ciudad nube para luchar por nuestra gente, y ahora estamos aquí, dentro del territorio de las brujas, aliados a una banda de malolientes Perro…”

“¡Sí! ¡Así es! --interrumpió Blanco! Y presiento que los Perro tampoco están muy contentos. Oigo como discuten, gruñen y se quejan. Sólo porque Jefa mantiene su liderazgo, si no, seguro saldrían corriendo…”

“De por sí, los Perro son cobardes”, acotó, desdeñoso, Negro.

Las pequeñas lunas gemelas de ese mundo ahora asolado por la duda y la muerte continuaron su veloz viaje nocturno. Miles de frías estrella iluminaban el grupo… aunque algunos de esos frías puntos brillantes no eran soles a miles de años luz, sino H*A*D*A*S que funcionaban como ojos y oídos de las brujas, además que mediante sutiles pulsaciones afectaban el cerebro de los vivientes y servían para aumentar sus dudas y temores. Por ahora, la estrategia de las brujas estaba funcionando muy bien.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El primer encuentro, una entrada más de H*A*D*A*S

XVII

Una nave rasga el espacio con su garras de fuego y deja una herida plateada que se desvanece mucho después de que el vehículo se haya perdido en la vasta negrura del cosmos. Dentro de ella, hay tres ocupante, todos pertenecientes al Genoma Primordial, pero serían casi irreconocibles para los miembros del grupo de Listado. La comandante es una Humano, pero cualquiera de los Gato pensaría que se trata de una Enano o algo parecido, pues su estatura es muy baja, incluso para ellos. No mide más de 1.60. La acompaña una Chimpancé, pero como ninguna que ellos hayan visto antes. Tiene los brazos largos, la cara prominente y toda la piel que deja al descubierto la ropa está llena de un vello espeso, castaño muy oscuro. Sin embargo, mueve los dedos por los teclados y pantallas de la consola de mando con gran habilidad.

Lo que más impactaría a los Gato, no obstante, sería la imagen de las otras dos tripulantes. Una es Perro, nadie lo discutiría, pero una Perro muy extraña. Anda a cuatro patas, no usa ropa y es evidente que no puede hablar a menos que use el collar de palabras que dotado de IA traduce los pensamientos en lenguaje articulado. La Perro ve fijamente una pantalla de navegación. Al menos parece tener una función esencial dentro de la conduccíón de la nave.

Pero la gata que los acompaña es otra cosa. ¡Es un animal! Duerme encantadoramente en una canasta, enroscada sobre sí misma, llena de pensamientos confusos que no pueden traducirse en palabras.

La idea generalizada en los mundos del Genoma Primordial es que todas las razas evolucionaron a la par a lo largo de millones de años en un puñado de mundos colonizados desde la mítica Tierra y que todos se beneficiaron de la magia de la ingeniería genética, pero esta visión haría temblar esta creencia.

Sin embargo, lo verdaderamente importante está por ocurrir. La Perro de la nave emite un aullido que no puede traducir la primitiva IA de su collar, la gata despierta y Chimpancé y Humana se ponen alertas.

--¿Qué ocurre? --pregunta la comandante.

--Estoy percibiendo una presencia hostil muy fuerte adelante de nosotros, --se escucha la voz cuidadosamente modulada de la Perro.

--Yo también la registro --confirma la Chimpancé. --Algo artificial está detenido a media UE de nosotros.

­--Demasiado cerca --masculla la Humano, ¡Estaciones de combate! ¡Ahora!

La gata, nerviosa, emite un sólo pensamiento repetido: brujasbrujasbrujasbrujasbrujas.

El navío Bruja es presa de un motín por la repartición de despojos y no se dan cuenta del explorador que se les acerca.

Los miembros de la tripulación Genoma actúan con miedo. Han escuchado demasiadas historias de naves perdidas por fuerzas misteriosas y no quieren ser una cifra más en las estadísticas. La comandante y su segunda tienen hijos en la base y harán lo imposible por regresar con ellos, así que disparan todos los torpedos nucleares hacia la nave extraña, que no alcanza a cubrirse.

Las explosiones termonucleares son, incluso para la época, un recurso burdo. Son difíciles de controlar, destruyen sin reservas y contaminan, pero son baratas y los planetas recién colonizados las utilizan por esa razón.

Cuatro flores de fuego crecen en el casco del navío alienígena y lo parten en pedazos. Los tripulantes dejan de existir.

Las integrantes de la expedición son sometidas a juicio, están a punto de ser condenadas, pero cuando los investigadores logran descifrar registros rescatados de los restos, reciben la absolución, pero se les destaca en un punto muy alejado de los acontecimientos, donde morirán anónimamente luchando con esas mismas fuerzas.

Sin embargo, su principal legado, al menos por el que se les recordará, consiste en que a partir de ese instante, la batalla se empareja y ya no sólo hay víctimas del Genoma Primordial, lo que hace posible que siga la colonización del universo. También dejan otra cosa. La inteligencia alienígena será conocida en todos los sistemas y por todas las razas con el nombre que le dio la gata primordial: brujas.