viernes, 31 de julio de 2009

*N*A*C*O*

¿Qué que es naco? ¿Y tú me lo preguntas? Naco eres tú”. Con la paráfrasis a un poema de Gustavo Adolfo Bécquer establecemos la esencia de lo naco. Naco es el otro, el diferente, el que no nos gusta... pero no sólo eso. Es el diferente, sí, pero es el que consideramos inferior.

Naco es el de mal gusto, poca cultura, escasa inteligencia. Naco es el corriente, claro, pero no tanto por elección personal, sino porque así le toco. Lo naco es algo cultural (cuando es elección personal, generalmente no será naco, sino gato, por cierto, otra expresión refinadamente clasista/racista).

Porque naco es el indio, el totonaco. No hay que ir más lejos. Luego de la mentada de madre, el peor insulto para los naturales de un país que se llena la boca con lo azteca, lo Cuauhtémoc y el extraño orgullo de pueblo conquistado, es nada menos que indio. Contra el “pinche indio” no hay defensa, no hay salida.

Entonces, si el naco es el diferente, pero de baja calidad, podemos afirmar que la televisión en su inmensa mayoría (claro, estoy hablando de la televisión abierta, no seas naco) es naca. De “La escuelita de Ortiz de Pinedo”, a las nuevas telecomedias; de los programas de chismes del espectáculo a los noticiarios. Es naco, corriente, de mal gusto, hecho al aventón, total, ellos compran cualquier cosa, se conforman con lo que sea.

Calificar como naco implica descalificar al sujeto. ¿Para qué darles margaritas a los puercos? Vamos, para qué pensar siquiera en contenidos, cuando es más fácil adaptar cualquier programa extranjero y buscarle novia un júnior de la familia Ibarra, quien se pasea por las calles defeñas en un Ferrari negro (y digo, si es no es naco, no sé qué lo sea).

Sí, porque ser naco implica no hacer esfuerzo, significa no querer más que ser una copia de algo, no sé, de Tom Cruise en versión tropical, de suspirar por los malls de San Antonio o considerar que Buenos Aires es una ciudad fea, viaje, para nada como Dallas o Miami.

Lo naco desvaloriza al que se le califica, pero devalúa al que lo hace. En Lima, Bogotá o Sao Paulo los jóvenes rechazan los colores brillantes (“son como de... indios”, me dijeron) con una expresión parecida a la que los chicos del DF tenían para la música norteña antes que Televisa la reciclara, la hiciera popular y se tocara hasta en antros de lujo.

Naco, calificar así, es una de las muchas caras del racismo. No se cura prohibiendo ni, mucho menos, con la estúpida idea de lo políticamente correcto. Se alivia haciendo consciencia, nada más... y nada menos.

2 comentarios:

Sv Alteza dijo...

tu heres naka y gorda, akomplegada le tienes enbidia a plaketa!!!






tiees selulitis!

Piña dijo...

como que lo lei pero no lo entendi, tu me has hablado de esa gente pero creo que NO tengo parametros de comparacion, chale