domingo, 15 de agosto de 2010

El cuervo, nueva entrada de H*A*D*A*S

XVI

Negro dormía ese sueño engañoso de todos los felinos que a veces los hace parecer muertos, pero en su cerebro se registraban decenas de impulsos, sonidos, cambios de la presión del aire. Todas las razas sabían que ellos eran los mejores guardianes nocturnos pues, a diferencia de los Perro, en realidad podían despertar en segundos del sueño más profundo completamente alertas.

Los Perro tenían fama de poder hacerlo, pero ellos mismos sabían que no era más que un engaño. Sólo los más entrenados podían lograrlo, pero con una efectividad que palidecía ante el poder de recuperación de los Gato. Sin embargo, esa capacidad se mantenía en secreto; los Gato preferían mantener la reputación de ser perezosos.

Una sombra se arrastró silenciosa y se colocó al lado de Negro, que dormía en la rama de un árbol. La figura clavó sus ojos redondos y negros en el cuerpo del Gato y se inclinó sobre él, hasta que con la punta de su pico rozó levemente el fino vello que cubría la cara del durmiente.

Volvió a incorporarse y sacó una larga daga de entre sus ropas. No hacía ningún ruido y se movía con extraordinaria lentitud.

Repentinamente, Negro movió el brazo derecho con una velocidad asombrosa. El Cuervo se quedó inmóvil; sobre su negro pecho se formó una línea roja diagonal que fue agrandándose. Luego, la mitad superior de su cuerpo se deslizó hacia el suelo, mientras que la inferior quedó sobre el suelo.

Todo el grupo se puso en alerta. Negro, frío e indiferente, miró con asco el cadáver del Cuervo.

Los Perro formaron un perímetro, pero no detectaron nada. Estaban preocupados. El Cuervo había atravesado todos los sensores sin accionarlos, parecía surgido de la nada.

Las leyendas decían que los Cuervo podían volar, pero nadie del grupo lo creía, lo que hacía más misteriosa la aparición de ese extraño ser. Nadie confiaba en ellos, vivían en un mundo extraño, lleno de rituales desagradables, lenguajes extraños sin vocalizaciones y esos ojos negros, redondos e inexpresivos que ponían nerviosos a todos los mamíferos.

Los Cuervo, además, muchas veces hacían trabajo para las brujas.

Revisaron cuidadosamente el cuerpo del Cuervo, buscaron entre sus plumas, en su ropa e, incluso, Rex diseccionó el cuerpo del hombre-ave, pero no encontraron nada.

Podía haber llegado solo, pero no era lógico. Estaban en territorio de brujas y cualquier ser vivo corría peligro en él.

Jefa conferenció con Listado, aparte de todos. La Perro y el Gato platicaron largo rato, mientras sus compañeros los observaban, hasta que por fin, regresaron y dieron instrucciones para que siguieran durmiendo.

sábado, 14 de agosto de 2010

QUINCE QUINCE QUINCE

XV

Esa noche, los Gato tuvieron visiones de un mundo gris, azotado por el viento y la nieve. Nada puede vivir en el exterior, pero abajo de la tierra formas de vida inteligente han creado ecosistemas que les permiten mantenerse en ese mundo agonizante.

No siempre fue así. En épocas remotas ese mundo estuvo lleno de vida. Las selvas amarillas sustentaban seres parecidos a los insectos y a los lagartos; en las llanuras y mesetas, las ciudades de metal en forma de crecimiento de hongos eran el dominio de la vida pensante, seres fundamentalmente incorpóreos sostenidos por metal vivo.

Sus pensamientos no pueden traducirse en nada que entiendan los Gato. Sólo se percibe odio, amargura…

Repentinamente, el planeta se enciende. El fuego recorre toda la superficie. Los océanos de hierven y se resecan, los selvas se carbonizan, las inteligencias mueren por millones. Sólo unas cuantas logran refugiarse bajo tierra, donde empiezan a mirar al espacio.

Pronto, agujas de energía y metal rasguñan el espacio en busca de nuevos mundos. No es la primera vez que lo hacen. Su historia es muy larga y siempre se repite.

Cuando llegan a Fantasía, que por supuesto para ellos no se llama así, detectan seres orgánicos con emisiones cerebrales, y eso los excita. Aunque no son comunes, ellos se han encontrado con otros en sus largos viajes y saben que pueden obtener placer cuando mueran, sobre todo si lo hacen lenta y dolorosamente.

Se establecen en un rincón del planeta, pero no pueden actuar de inmediato. Están exhaustos y tiene que recuperarse. Pasarán centurias, pero no tienen prisa, sobre todo porque mientras pueden saborear el dolor de los orgánicos. Algunos de sus exploradores espaciales se enfrentan, por primera vez en su historia, con otros vehículos espaciales y resultan derrotados.

Tampoco eso les preocupa. Cuando se fortalezcan, barrerán con los orgánicos y encontrarán el camino a los otros mundos que lograron entrever antes de ser destruidos.

miércoles, 11 de agosto de 2010

XIV

XIV

A pesar de que contrariaba toda su herencia, todos sus instintos y toda su razón, Gato y Perro aguantaron el embate de las mujeres descarnadas. Cerraron sus oídos a los gritos de muerte y sus ojos a la vista de la degradación. Dejaron de olerlas y de percibirlas.

Poco a poco ellas se fueron desvaneciendo en las sombras. Lutz y Flex, los dos Perro más jóvenes y a quienes más habían afectado, fueron los primeros en darse cuenta que la amenaza había pasado. Rápidamente los demás miembros del grupo se relajaron.

“Una antigua alarma IA de proximidad”, aseguró maravillado Listado. “Pensé que ya no existían, pero después de lo que hemos vivido ya nada me asombra”, repuso Negro.

“Las alarmas IA siguen operando; de hecho, han evolucionado solas y ahora trabaja bajo sus propios parámetros, aunque en general siguen sirviendo a sus amos originales, las brujas”, explicó Rex.

“Pero son muy peligrosas –gruñó Jefa--. Pueden matar, destruir la muerte… o cosas peores”.

“Sobre todo eso, cosas peores”, siseó Listado.

“Necesito hablar con todos ustedes. Seguramente se habrán dado cuenta que hay muchas cosas que no se les han dicho, que ni siquiera Jefa conoce”, dijo el jefe de los Gatos mientras clavaba su mirada en Negro y Blanco, sus compañeros quienes ahora estaban muy lejanos.

“Pero hay una razón para ello. Nos enfrentaremos a las brujas en una batalla en la que está en juego el destino de Fantasía y, probablemente, el de todos los seres derivados del Genoma Original. Esta no es una guerra como las que ustedes conocen, ni como ninguna que haya ocurrido antes. Las brujas no pertenecen al Genoma Original; ni siquiera están basadas en organismo alguno conocido en Tierra… Las brujas son una inteligencia del Exterior”.

Los miembros del grupo se miraron unos a otros. Los Perro daban vueltas nerviosos, los Gato erizaron todo su pelaje. Inteligencias del Exterior. Durante milenios, los miembros del Genoma Original habían colonizado cientos de mundos; en muchos había formas de vida, pero jamás habían encontrado alguna inteligencia comparable a la suya, nadie con quien se pudieran comunicar.

Hubo esperanza de ello con el desarrollo de las IA, pero estas evidentemente estaban interesadas en dimensiones fuera del alcance de los miembros del Genoma Original y la mayoría emigró a lugares lejanos donde sólo muy de vez en cuando se tenía contacto con ellas.

También se creyó que los hombres-hojalata eran inteligentes, pero resultó que más bien replicaban la conducta de sus interlocutores y aunque algunos pensaron que podían ser sondas de alguna inteligencia desconocida.

Nadie creía que pudiera existir verdadera inteligencia en el universo fuera del Genoma Primordial y, de hecho, se había ido generando una leyenda sobre la posibilidad de que si existiera una inteligencia diferente, necesariamente sería antagonista.

“Resulta que las leyendas, en este caso, son ciertas”, sentenció Listado.
Las bruja eran una verdadera inteligencia del Exterior y odiaban al Genoma Original. Más que eso, estaban decididas a acabar con él y lo hubieran hecho de no ser por el poder militar de los Enano que habían logrado confinar su presencia a una parte de Fantasía.

Sin embargo, algo había ocurrido en los últimos años y el equilibrio estaba a punto de romperse y sólo si los Gato tenían éxito, la ruptura favorecería a todas las razas y especies del Genoma Original, de lo contrario, todos ellos perecerían, y su muerte sería larga y dolorosa.

martes, 10 de agosto de 2010

XIII

XIII
De repente, los Perro se detuvieron. Aguzaron las orejas y olfatearon el aire. Algo andaba mal, muy mal. Los Gato no se habían percatado de nada en particular, pero sabían de las legendarias habilidades de sus compañeros de viaje para detectar amenazas de las brujas.

Todos guardaron silencio. Jefa ordenó por medio de gestos a su manada que tomaran posiciones de alerta. Los Perro se movieron con gran eficacia, formaron un círculo alrededor de los Gato y desplegaron su equipo, entre el que se contaban potencializadores de imagen y sondas para espiar la presencia de H*A*D*A*S.

Negro y Blanco se colocaron a ambos lados de Listado, quien entrecerró sus ojos amarillos. Habían hablado poco desde que salieron del poblado, Listado sabía que sus compañeros estaban molestos y querían explicaciones, pero aún así estaban dispuestos a sacrificar sus vidas para defender la suya.

Una profunda ternura estrujó su corazón. Todos sus sentidos, todos los imperativos raciales le gritaban que debía al menos compartir lo que sabía con sus compañeros, pero su cerebro le indicaba que no debía hacerlo.

De improviso, todos los integrantes del grupo percibieron un olor a muerte y degradación que surgía de varios lados alrededor de ellos. El suelo tenía un ligero brillo verdoso. De repente comenzaron a percibirse algunas formas surgidas de la putrefacción del suelo. Los Perro las percibieron como de su especie; los Gato como de la suya.

Mujeres surgidas de los abismos sórdidos del dolor surgían de ese suelo manchado por la sangre y el dolor de miles de seres torturados por las brujas estiraban sus dedos muertos y semidescarnados hacia los ojos de los Perro y Gato; Lutz y Flex gañeron nerviosos, pero de inmediato, Estrella les susurró ensalmos tranquilizadores.

Los ojos descarnados de las mujeres se fijaban en ellos y los llamaban. “¡Nadie se mueva!”, gruñó Jefa. “Aguanten, aguanten un poco más”.

lunes, 9 de agosto de 2010

Segunda parte (todo el cuento se lo dedico a Karina).

XII

Tomadas por sorpresa, las brujas tardaron en reaccionar. Los Gato se habían perdido, pero en un principio no le dieron importancia pues siempre existirían inconformes y eventualmente caerían en las telarañas de la H*A*D*A*S o los procesarían los Cazadores de Carne.

Además, las brujas habían ignorado durante muchos días la manera en que los tres tristes Gato habían escapado de la trampa que les habían tendido... y eso era lo que más les indignaba, el bloqueo de información al que se había sometido a las H*A*D*A*S. Cuando se dieron cuenta de esa intervención que violaba todas las leyes, pero que no podían probar, pues sabían perfectamente que sólo los Enano podían haberlo logrado con esa tecnología que parecía magia y escapaba de la comprensión de todos los demás seres, chillaron tan fuerte que sus gritos rasgaron el cielo y cambiaron el curso de los ríos.

Las brujas estaban furiosas y eran feroces. Ordenaron a las H*A*D*A*S que cubrieran toda la superficie del mundo con su iridiscente polvo de estrellas formado por TR011 muy sofisticados y robots nanotecnológicos que las mantendrían informadas en tiempo real. No les importaba que esta acción causara la muerte de cientos o miles de organismos inteligentes que inevitablemente entrarían en conflicto con ese maldito polvo de estrellas.

Pero eso no era suficiente. Legiones de O*R*C*O diezmaron poblaciones grandes y pequeñas sin importar las pérdidas que pudieran tener en sus vidas, mientras que cientos de D/R/A/G/O/N vomitaban lava ardiente en selvas, pastizales y bosques.

Dos ciudades aéreas se precipitaron a tierra cuando titubearon en aceptar las revisiones de las tropas comandadas por las brujas, lo que causó innumerables muertes y la pérdida de maravillas mucha veces centenarias que se remontaban a las primeras épocas de la aventura del Genoma. Sólo la ciudad de las nubes, de donde salieran los Gato, continuó en el cielo, pero Persona K y toda su corte pasaron a ser rehenes de las brujas y centenares de criaturas fueron embarcadas en las pestilentes naves espaciales de los Cazadores de Carne.

El mundo principal del Sistema Fantasía se convirtió en el infierno que narraban las antiguas fábulas compartidas por Humano, Perro y Gato. En realidad, era peor que el infierno.

Tal vez las antiguas profecías eran ciertas y el universo se acercaba a su fin. Entre los sobrevivientes crecía el miedo y la desconfianza. Los agentes de las brujas, hábiles en el manejo de los rumores, envenenaron los oídos de muchos con palabras en contra de los tes Gato, quienes comenzaron a convertirse en los seres más malvados que podían poblar el imaginario de miles de seres desconsolados, heridos y ahogados de sufrimiento.

Los Gato por supuesto ignoraban todo esto, por lo que se mostraban extrañados e irritados de los caminos llenos de vueltas y alejados de toda forma de vida que tomaban los Perros.

Jefa y los demás caminaban con la soltura y el descanso que compartían con los humanos desde las inmemoriales épocas en que las dos razas firmaron el pacto eterno de amistad en la lejana y nebulosa tierra madre. Estaban hechos para andar kilómetros y kilómetros sin necesitar más que agua. Sus lenguas colgantes irritaban a los remilgados Gato, que se mantenían silenciosos y hoscos, muertos de cansancio. Lo suyo era caminar por árboles y riscos, ahorrar tiempo con saltos prodigiosos, no caminar pegados al suelo.

Sin embargo, reconocían pese al cansancio y el mal humor que la técnica de los Perro era insuperable y que con todo y los desvíos se habían adentrado ya muchos kilómetros en los cotos de caza de las brujas, único sitio del planeta libre de la devastación... al menos, de la devastación sistemática de las últimas semanas, pues los terrenos por los que se movían tenían su propia cuota de dolor y sufrimiento que se había prolongado ya por demasiado años.



lunes, 2 de agosto de 2010

INTERLUDIO

El equipo fromado por gatos y perros se alejó del pueblo, penetró en la bruma y se fue desvaneciendo en las sombras.

Los Perro iban en su formación precisa de búsqueda; los Gato, alejados unos de otro, sumidos en sus pensamientos
.

Pronto, todos desaparecieron de la vista. Perra Alfa aulló lastimeramente. No auguraba nada bueno.