miércoles, 22 de junio de 2011

Si yo fuera él

La Pacífico sabe más amarga que de costumbre. En la rockola digital escuchas a Los Cardenales de Nuevo León asegurarle a una amada que si el cantante fuera quien está con la chica, él la adoraría a cada instante. Piensas que esas son pendejadas, que seguramente, ella está con el otro por diferentes razones, no porque la adoren.

¡Vale madres! Las canciones, los poemas, todo vale madres. Vas al baño y con la navaja dejas constancia en la puerta del reservado de que el amor apesta.

Sabes que estás amargado, pero eso no arregla nada.

Terminas la Pacífico, dejas un billete de a 20 y una moneda de 5. Te despides del cantinero al que le simpatizaste desde el primer día que llegaste a ese pueblo.

Cruzas la avenida. Sabes que nunca te vas a disparar en la cara, pero ¿quién dice que un urbano no sea igual de efectivo?

Cruzas la calle en el peor momento. Algunas de las chamaquitas que trabajan de prostitutas te gritan que tengas cuidado. Tú vas viendo cómo se acerca la parrilla del autobús a tu cara. Alcanzas a escuchar otra estrofa cantada por Los Cardenales.


si yo fuera él (si yo fuera él)
estarías conmigo en la gloria
se tendría que hacer nueva historia
de lo que es el amor.

Tal vez algún testigo le cuente al reportero de nota roja que estabas riendo antes de que el camión te pasara por encima.

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