Una vez más, los dioses que no se nombran han descargado su ira sobre hombres y animales. Sus huesos se blanquean en medio de un camino que ya nadie recorrerá, como recuerdo de la ira de los pequeños devoradores de carne, de las deidades únicas de este mundo sin esperanza.
Los dioses que no se nombran castigan a quienes los ofenden, y las ofensas pueden ocurrir de mil maneras. De pensamiento, palabra, obra y omisión. El castigo puede ser inmediato o demorarse, pero siempre llega y siempre es terrible.
Yo soy el narrador de historias. Canto de pueblo en pueblo todo lo que ocurre porque no puedo vivir en ningún lado. Fui desterrado hace muchos años y las leyes me impiden asentarme demasiado en algún lugar. No puedo echar raíces, no puedo establecerme; pero soy respetado. La gente me busca para saber qué pasa en otros lugares.
Ahora ya casi nadie viaja —es caro y peligroso hacerlo pues los dioses que no se nombran así lo han dispuesto—, pero la gente que habita esta mundo procede de razas de viajeros y sufren al tener que permanecer atados a un solo lugar. Su único consuelo son las historias, aunque sepan que la mayoría de ellas son falsas, construidas únicamente para su entretenimiento... además de que se pagan mejor que las narraciones verdaderas.
Nadie quiere escuchar de muertes y tristezas; de soledad y hambre; de castigos divinos y terrenos.
El nuestro es un mundo triste, húmedo y sofocante. Nuestro mundo es un lugar de desolación y sufrimiento. Nuestros pecados abrieron el vientre humeante de la culpa y atrajimos el castigo. Las moscas comen nuestra carne. Ellas son los dioses que no se nombran, los únicos dioses que merecemos.
4 comentarios:
Pinchis moscas...
En este instante tengo ganas de tomar otra vez la maleta y largarme. Hasta donde la suerte, la energía y el dinero me alcancen. (Un monje budista me invitó a un viaje por Nepal en dos años... ¿lo haré? ¿Terminaré viviendo en Oaxaca si al fin corto todo lazo con la estabilidad?)
Tu papá dice que sigues en la adolescencia. ¿Padeceré el mismo mal?
Comentario destinado a Miss Del Moral:
Con todo respeto no se largue a Nepal todavía, pues no me quiero quedar sin maestra de lingüística.
Respecto a atorarse en la adolescencia: Sea usted bienvenida al club, aunque el requisito primordial sea un casorio, un divorcio, niños menores de 8 años y antojo frecuente por una estúpida hamburguesa gringa.
!Oh! Lo olvidaba, y en el presente no saber donde poner los corazones.
(Gabe: Creo que ya me quedé sin coche mano... Pinchi metro, últimamente me es MUY incómodo)
Hola Nash, apenas me pongo al corriente en la blogósfera. Prometo no largarme a ningún lado, no antes de mediados de diciembre de este año.
Sobre la adolescencia... ni casorios ni divorcios: prefieron no pagar abogados y que todo quede entre particulares. Y la semana pasada cené hamburguesas dos noches...
Nos vemos.
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