Pasaron 21 días y como no me conectaban nada, llamé por
teléfono, donde una señorita muy amable (eso no voy a negarlo) me dijo que mi
orden de trabajo estaba cancelada.
"Mire usted --me explicó--; primero iba bien, luego, quién
sabe por qué, se desactivó, parece que sola (la verdad, tuve miedo pues imaginé
a Skynet despertando a la vida consciente y haciendo sus pininos con pequeñas
maldades), y ya está cancelada... pero yo le prometo que si la reactivamos le
voy a dar seguimiento personal".
Pensé que, seguramente, iban a pasar otros 15 días hábiles
(les juro que vi el contendedor del rollito de fibra óptica en el mismo barco
haciendo el camino de regreso), así que me decidí rechazar el ofrecimiento;
además, me dijeron que el servicio adicional de Clarovideo nunca lo habían
activado. "Cómo no --le expliqué a la señorita del teléfono--, si hasta me
enviaron un correo de bienvenida con clave y todo". Ella me contestó que
qué raro, que el único reporte que tenía era que no se había activado.
Al rato voy a contarle a mi papá, quien vive cerca de San
Francisco y, seguramente, me explicará cómo en Estados Unidos el servicio está
en todos lados, es rápido y barato. Me va a dar envidia, mucha envidia.