miércoles, 17 de julio de 2013

Hambre



Crawling in my skin/These wounds, they will not heal
--Crawling, Linkin Park


Lanzo la botella de cerveza hacia el espejo. Se mueve lentamente y el líquido dorado deja una estela de espuma olorosa. Golpea contra el espejo y miles de estrellitas plateadas y verdes —vidrio chino y cristal holandés— llenan la habitación. Respiro estrellas, se hunden en mi piel, aterrizan en mis ojos, se abren paso hasta las venas.

No me importa, no siento dolor. ¡Ah! Pero el aroma de la sangre me atrapa, aunque provenga de mí. Desde hace días solo pienso en sangre, en sangre en mi lengua, en paladear su sabor a óxido. Pero mi sangre no es suficiente, ¡claro que no!

Todo se mueve muy despacio. Veo cómo las moscas vuelan alrededor del foco y, si quisiera, podría atraparlas una a una antes de que aletearan dos veces, pero ¿quién quiere atrapar moscas? No quiero moscas, ni ratas, ni conejos, quiero carne y sangre de personas, quiero cazarlas y ver cómo la vida se va de sus ojos mientras trago su carne cruda.

Lo imagino y me duelen las mandíbulas por el ansia, siento como si mis colmillos crecieran y se me crispara el pelo del cuello. Cada vez tengo más hambre, ¡hambre!

Hace unas horas, o unos días, no puedo fijar bien las fechas, el alcohol me adormecía, pero ya no lo tolero, no me queda más que morir de hambre o salir por la ventana a buscar una presa.

Salir por la ventana. La ventana está abierta. Salir por la ventana…