She
said she was leavin’/and that was all she had to said
--Leavin’ Texas
Hippie Coalition
Otra
vez demasiado rápido por la carretera, otra vez, la música demasiado fuerte.
Metallica, Pesado, Rolling Stones, Interpol, La Cuca, Horóscopos de Durango,
Boccherini, Seether —mucho Seether—, Hippie Texas Coalition, Guns and Roses, aunque
en realidad, casi lo que sea, mientras sea fuerte, mientras grite, rompa
madres, le miente la madre al mundo y se burle de la vida perfecta. Rápido,
cada vez más rápido. La carretera es eterna, el sol quema, calienta el metal
del Stratus —viejo, pero con buen motor, remedo aceptable de los muscle cars—,
que me permite ir dejando
Lo
único que quiero es escaparme, que los perros no puedan morderme los tobillos,
que se acallen las voces que susurran verdades dentro de mi cabeza, que me
muerden las orejas. No quiero ver esos rostros sonrientes con los dientes
blancos y brillantes desde que descubrieron que la mierda y la sangre se lavan.
No quiero verlos, ya no más.
Sigo
corriendo hacia específicamente ningún lado, sigo reventándome los oídos con
ojaláquetemuerasfuckit, con iseeareddoorandiwantitpaintedblack, con todo lo que
salga del reproductor con listas preparadas sin saber para cuando llega el
momento de huir. Me duelen los huesos, me duele el alma, me duelen las nalgas,
me duele el pensamiento. No puedo respirar, el viento se agolpa en mi nariz y
no alcanza a pasar a los pulmones, pero no importa, porque sigo corriendo
aunque los perros no queden atrás, aunque las voces me sigan susurrando por los
huecos que quedan entre my love’s laboratory y a chillar a otra parte y se ríen
de mí, me dicen que soy un imbécil, que nunca aprendo, que siempre siempre
siempre siempre voy a hacer las cosas mal, a equivocarme.
Lo
único que queda es seguir corriendo hasta que acabe el camino. Pues ya qué.